jueves, 29 de agosto de 2013

Capítulo 3

INOCENTES CON MANOS SUCIAS

Gracias a un ciclo de la Alianza Francesa que ponían en mi instituto, El Marqués de Santillana, pude ver otras dos películas de ella “El Viejo Fusil” de Roberto Enrico que me gustó, y “La Muerte en Directo” de Bertrand Tavernier que me encantó. En ese mismo ciclo pusieron “El Círculo Rojo” de Jean Pierre Melville que me pareció aburrida, incomprensible e infumable. Cosas de la edad y el gusto sin formar: es una obra maestra. En la tele pude ir viendo otras de sus películas “Mi Hijo, mi Amor”, “El Combate de la Isla”, “El Cardenal”, “El Proceso”... Del videoclub saqué la única disponible de ella a excepción de la serie de Sisi que ya tenía más que vistas, y que estaba allí por ser el protagonista Woody Allen. “Whats the New Pussicat?” es una divertida locura con una magnífica canción a cargo de Tom Jones. Adquirí en el catálogo de compra por correo de Discoplay “Préstame a Tu Marido” de David Swift en la que se acompaña de Jack Lemmon. La película  estaba en la sección de saldos. 

Mientras tanto seguía guardando lo que podía de Sarah y, si tenía suerte, lo que podía rapiñar de Romy. A veces algún artículo en alguna revista de cine (estaba suscrito a Fotogramas y compraba esporádicamente otras). Recuerdo que una vez en noticias breves había una foto de Romy vestida de novia en una prueba de vestuario para la película llamada “L’Enfer” de HG Clouzot. Una película maldita que jamás se pudo realizar y de la que Claude Chabrol realizaría una nueva versión con el guión original. La protagonista sería Enmanuel Beart en el papel de Romy. Beart que se convertiría en la segunda musa de Sautet tras Romy, Chabrol con el que Romy rodó “Inocentes con Manos Sucias”. Es evidente que, como dijo Sarah,  el destino no existe pero sí las casualidades circulares.

No mucho después se estrenó la película de Claude Chabrol basada en el guión de Clouzet. Beart era una actriz de la que había podido ver unas cuantas películas y la consideraba entre mis favoritas de entonces. Su belleza era insultante y estar casada con un feo-guapo como su coprotagonista en “Un Corazón en Invierno” de Sautet, Daniel Auteil, me hacían tenerla más simpatía. En esa época yo había visto de ella “El la Boca No” de André Techine y “La Bella Mentirosa” de Jaques Rivette (del que había visto “París nos Pertenece”, película que amaba con fervor). En los 90 más o menos podía seguir el cine contemporáneo y verlo en versión original gracias a que en mi edificio habían pirateado la señal de Canal + y junto a la programación de la 2 constituyeron parte de mi menú de cinéfago impenitente y de provincias.

La película de Chabrol me gustó de manera moderada. La vi una tórrida tarde de Julio en un cine de Santander mientras afuera, en el mundo, Indurain sentenciaba uno de sus cinco tours. No sé cuál. Fue la segunda película que vi absolutamente solo en una sala de cine. La primera había sido “Cronos” de Guillermo del Toro en los cines Arlequín de Torrelavega. Estar con pocas personas, incluso con otra persona, sí que me había ocurrido bastantes veces, pero solo únicamente en aquellas dos ocasiones. No me ha vuelto a pasar. Me daba bastante vergüenza salir de la sala tras acabar la película y pensar que les había jodido la tarde. 






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