La sensación de admirar a alguien de carne y hueso es
extraña. Todos admiramos a músicos, escritores o actores. Pero admirar a
alguien con quien tienes contacto es mucho más raro y complicado porque tienes
el feed-back de su vida, de sus contestaciones, de sus malos días y de sus
bostezos.
Siempre digo que no puedo amar a quien no admire. De hecho
no puedo siquiera salir (con el matiz romántico que se prefiera) con una
persona que no tenga cualidades que yo admire, que me quede fascinado por lo
qué hace y cómo lo hace. Ahora, por supuesto, está ocurriendo.
J escribe muy bien. Me gusta cómo mira el mundo. Le ayudan
esos ojos tan bonitos, tan llenos de vida que ya había comentado en la entrada
anterior. Esos ojos que me atraparon por cómo me miraba a mí y que le han
permitido ver algo que no había visto nadie antes. Y así mira las otras cosas
de la vida. Cuando ella escribe de música, o de política, o de lo que le rodea
lo hace de manera reconocible para mí que la conozco. Veo y escucho en mi
cabeza su acento que se dibuja en cada una de las sílabas de lo que ha escrito.
Muero de ganas de que me deje leer entero el libro que tiene
escrito pero está reescribiendo, porque sólo me dejó dar un bocadito. Un libro
en el que está ella, su mirada, sus ojos. Un libro que será importante para
ella, para su familia porque cuenta una historia de las mujeres de su familia,
y será importante para otras mujeres que lo lean. Pero eso será más adelante.
Ella ahora mismo está siendo muy feliz. En este mismo
instante lo está siendo porque está viendo a un grupo al que tenía ganas de ver
hace años, uno de sus favoritos de ahora mismo. Uno formado por dos jóvenes que
se bastan y se sobran para inyectar la energía de su música en ti. Nada que ver
con esas disfrutables (yo el primero) pero un poco patéticas vueltas que
estamos viendo de los héroes musicales de la gente de nuestra generación
convertidos en dinosaurios del rock interpretando todos y cada uno de los
papeles de los que ellos vinieron a sepultar, a sustituir.
Admirar a alguien
con quien hablas horas y horas cada día y con quien, inevitablemente, surgen
conflictos, malestares, con quien te dejas de hablar dos días y a quien piensas
en no perdonar durante un instante es mucho más complicado que admirar a
alguien a quien conoces a través de su música, sus libros o la imagen que
quiere dar de si mismo en una entrevista. Pero esa admiración pasa a ser mucho
más profunda porque viene acompañada del amor. Y no, no hablo de que valore más
lo que hace alguien que ame por el hecho de amar a esa persona sino de lo
contrario, de amar más a esa persona por la admiración que su talento provoca
en mí.
En eso estoy. Ya es 11 de nuevo y, a veces, cuesta creer que
alguien a quien admiras tanto te diga todos los días “te quiero”. Si hasta
cuando canta no puedo dejar de pensar en que es increíble que me haya elegido
para estar con ella.
https://soundcloud.com/felicidaddelaterceraedad/a
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